Deambulaba por aquel oscuro parque, era ya bien entrada la noche. Así era como al peliazul le gustaba pasear, cuando la noche ya estaba bien ceñida sobre el cielo. La única luz que había era la de las farolas que a su lado pasaban iluminando el camino.
Tampoco le importaba mucho si estan cumplian su trabajo o no, pues su vista no era muy aguda, ni si quiera en la oscuridad, por lo que caminaba con los ojos cerrados.
Tenía practica en ello y gracias a su fino oido, era casi como si viese, pero sin abrir los ojos.
Tampoco le importaba mucho si estan cumplian su trabajo o no, pues su vista no era muy aguda, ni si quiera en la oscuridad, por lo que caminaba con los ojos cerrados.
Tenía practica en ello y gracias a su fino oido, era casi como si viese, pero sin abrir los ojos.